De la eficiencia energética
Parece ya claro que el modelo energético actual, implantado desde hace aproximadamente 150 años, resulta insostenible por razones ambientales, económicas y sociales. Este modelo destaca por un crecimiento imparable de los consumos energéticos basados en recursos finitos y contaminantes, principalmente combustibles fósiles.
Pero según las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la demanda de energía se incrementará hasta un 30% el año 2040.
Y en nuestro país, el 40% del consumo energético se debe a los edificios, según los datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), ya que más de la mitad de las casas fueron construidas antes de los años 80. Además de envejecido, el parque de viviendas está obsoleto en materia de eficiencia energética.
La eficiencia energética puede definirse como la optimización del consumo energético para alcanzar unos niveles determinados de confort y de servicio.
En números, el ahorro de consumo de una vivienda eficiente frente a otra que no lo es se sitúa en torno al 90%, mientras la renovación integral de una vivienda supone un ahorro medio en la factura energética de las familias del 60%.
La mejora de la eficiencia energética de nuestros edificios no puede ser un fin en sí misma, sino un aspecto más a tener en cuenta para lograr una transición energética hacia un modelo energético sostenible para las personas y el medio ambiente.
Hacia la sostenibilidad energética
Repetimos una vez más que sostenible es aquello que se puede mantener durante largo tiempo sin agotar los recursos o causar daño al medio ambiente (y a las personas).
De este modo, el concepto de sostenibilidad energética es más amplio y hace referencia a la capacidad para obtener unos determinados niveles de confort energético utilizando la menor cantidad de recursos y generando el menor impacto ambiental posible.
A la eficiencia energética se deben sumar los conceptos de huella ecológica y de salud ambiental.
Se trata de reducir la necesidad de energía, los recursos necesarios y el impacto en nuestra salud y la del medio ambiente.
Se trata de empatizar con las generaciones futuras y de hacer menos con menos recursos.
Se trata de, antes que reducir el consumo, reducir la demanda de energía.
En este sentido creemos que, en referencia a edificios y viviendas, es fundamental aplicar los principios del diseño bioclimático, orientado a aprovechar las condiciones del clima local con la idea de proporcionar confort aprovechando las fuentes ambientales y una integración con el entorno.
Este diseño basado en estrategias pasivas combinado con el uso de energías renovables y biomateriales locales que permitan reducir la huella ecológica y garantizar la salud y el bienestar de las personas nos abre el camino hacia la urgente y necesaria sostenibilidad energética y ambiental.
Por otro lado, la implicación del conjunto de la ciudadanía en la necesidad de transformar el actual paradigma energético será vital para lograr una transición exitosa.
Y tú, ¿te animas a poner tu granito de arena?
